miércoles, 28 de octubre de 2009

PRIMERA DIVISIÓN JORNADA 8
Vuelve la diversión a Barcelona
Actualizado lunes 26/10/2009 11:48 (CET)

FERNANDO LLAMAS
MADRID.- Lo dijo Pep Guardiola tras el 'estacazo' del Rubin Kazan: en fútbol, unas veces se gana y otras se pierde. El Rubin Kazan se lo llevó muerto del Camp Nou, mientras que el Zaragoza, cinco días después, expiró en el tiempo que tardó Ibrahimovic en mover el árbol y Keita en comerse las nueces: 24 minutos. El 6-1 es la respuesta de un campeón que no ha perdido el apetito. Sí: ¡Esto es fútbol! [Estadísticas]
Y gritó el 'Ja soc aquí', como aquel 'Honorable' Josep Tarradellas que regresó del exilio un tanto mosqueado para reinstaurarse en la Generalitat. El Barcelona ni se había ido ni lo habían echado, aunque sí andaba con la mosca después de lo del Rubin, tras el empate en Valencia, por las dificultades que encontró para ganar por la mínima al Almería. Al Zaragoza lo despachó con muchos goles, seis. Una señal mínima del juego infinito que esparció.
Le comía la necesidad de retomar sus vuelos de la temporada anterior y comenzar la diversión. Enarboló el mismo juego de siempre en su versión más vivaz y fresca. El rival no opuso resistencia, pero cuando el Barcelona desliza su entusiasmo a través de la pelota no hay muchos que sueñen con frenarlo.
Variaciones ofensivas
El latigazo de autoridad llega tras los pinchazos de su más estrictos perseguidores. Suficiente para ganarse un pequeño margen de tres puntos en la cima de Primera División.
Respecto al equipo que perdió el miércoles hubo una baja obligada por la lesión de Alves y tres decisiones técnicas: Maxwell en lugar de Abidal, Busquets en vez de Touré y Keita por Pedro. Iniesta cambió su posición a la de extremo por la izquierda. El cómputo de las variaciones construyó un Barcelona mucho más ofensivo. Sólo el central Chygrynskiy pareció marginado en la algarabía azulgrana.
Las ganas de festín añadieron la alegría de los goles. Keita casi se disculpaba por los tres que le permitieron quedarse con el balón, porque, a su juicio, lo ortodoxo y bien visto es que los marquen los delanteros. Pero el excelente cabeceador africano tiene vocación de delantero, es un mediocentro con potencia de sobra para recular y para avanzar.
El perfecto Ibrahimovic
Puede que el futbolista malí se acordara de Leo Messi, necesitado en estas fechas de presión maradoniana del aliento de los goles. Lo cierto es que hizo un partido casi a la altura de su joven leyenda al que sólo le faltaba el gol hasta que al final convirtió el quinto de los azulgrana con una fina vaselina.
Con Ibrahimovic nunca hubo duda, pese a sus sequías recientes. Su facilidad para crear todo lo que se pueda desear de un delantero es tal que en cualquier circunstancia es impagable. Si no marca, encuentra el centro, el pase o el regate; el control orientado preciso, el zapatazo a la media vuelta. Se marchó con dos goles legales, otros dos anulados, un regalo para el segundo de Keita y destellos de todas las emociones.
Fue el sueco quien empezó a minar la débil resistencia zaragocista con sus movimientos. Carrizo empezó el partido con cinco paradas casi consecutivas, Pavón perdió la marca desde siempre y Pablo Amo no cumplió con las exigencias de tapar la ausencia de Ayala por lesión. El cabezazo en plancha de Keita, su primer gol a centro de Messi, pisoteó la escasa confianza aragonesa.
El Zaragoza picoteó un par de momentos en los que pudo cortar o al menos retrasar su hemorragia, pero Arizmendi llegó a los dominios de Valdés con el músculo roto y el cerebro bloqueado. Ya con el partido resuelto y la presencia de Lafita -suplente en el Camp Nou- y Ewerthon, se arrimó alguna vez más. Sólo tras un rechace sensacional de Valdés, tras tiro a quemarropa, llegó el consuelo en el zapatazo de Jorge López, que anduvo en un tris de ser también cazado por el guardameta de Hospitalet.
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